
Un calor que no veas. Ésa es la idea.
Esta mañana hacía medio fresquito, pero según pasaban las horas (a las 10:30 ya pegaba bien) el termómetro se ha disparado. Yo, que iba hoy pijippy (pija+hippy, mezcla que mi amiguísimo Edgar ha empleado al verme después de año y medio - ya nos vale) con mi camiseta de tirantes, mis vaqueros rotos (olé las ventanas) y mis zapatos de tacón, he dicho que dimito del pantalón... hasta más ver, o al menos hasta que la cosa baje unos cuantos graditos.
Mañana inauguro la temporada de los vestidos (ohhhhhhh, frescorrrrrrr), qué maravilla.
Yo creo de todas formas que estaba un poco más acalorada de lo normal por ir encaramada en los bichos estos y porque ayer me puse a hacer ejercicio y tengo unas agujetas tremendísimas. Y hoy he tenido que repetir (y lo que me queda, porque para que se note algo del mes no se puede bajar).
En fin, que no tengo muchas cosas que contar, pero que por no ponerme con el curso (que es lo que debería estar haciendo ahora) hago lo que sea.
Otra cosa que me mola de que venga Lorenzo con sus calores: que en breves (muy breves, hay que pensar que en nada y menos) nos vamos a Peñíscola a disfrutar de mi primera semana oficial de vacaciones (en el mar), a ponernos negros, a meternos en remojo y a rememorar cosas que... que... pues eso, que hay que rememorar.
¡No seáis cotillas!